Todo comunica. Desde tu logotipo, al tipo de letra y colores que elijas, el empaquetado de un producto, el tipo de correo electrónico o boletín que envías o las causas que patrocinas…. En un negocio o institución, la comunicación impregna cada rincón y acción. Por este motivo es necesario tenerlo muy en cuenta y evitar caer en algunos de los errores más habituales de la comunicación empresarial.
Hoy destacamos cinco de los más frecuentes:
- Pensar que prestar atención a la comunicación es sólo algo para grandes marcas o corporaciones: como hemos dicho al inicio, absolutamente todo comunica y eso no tiene nada que ver con el tamaño de un negocio. Actualmente, el consumidor/a demanda empresas reales, cercanas y comprometidas con el proyecto. Por tanto, cuidar la comunicación se convierte en esencial.
- No cuidar la atención al cliente y no escucharle: la comunicación unidireccional es un gran error. En la era de la hiperconexión, el cliente hace llegar sus opiniones de forma directa y reclama una respuesta y resultados tangibles.
- Caer en incoherencias de discurso o versiones diferentes de un mismo hecho: antes de comunicar de puertas hacia fuera, es necesario establecer correctamente el discurso de forma interna y pautar qué queremos explicar y cómo. Es importante que todo el mundo que forma parte de una empresa u organización tenga claros los mensajes a transmitir para no caer en incoherencias ante un hecho o en relación con los valores de la empresa.
- Limitar la comunicación a las redes sociales: las redes sociales son ciertamente una herramienta imprescindible y resulta difícil pensar en un escenario donde una empresa no tenga canales abiertos por esta vía ofreciendo una atención personalizada y humanizando la marca. Ahora bien, no pueden ser el único, es necesario elegir muy bien cuáles y en qué formato se está, además de complementarlo con otras acciones.
- Confundir comunicación con publicidad: la publicidad es una pata más de una estrategia de comunicación. Puede reforzar un momento o lanzamiento concreto y sumar en lo que comunicamos en el día a día, siempre de la mano de las líneas maestras que marcan los objetivos comunicativos.
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